Poco se conoce en nuestro entorno sobre los espacios de coworking o espacios de trabajo compartido. Antes de la pandemia apenas nos estábamos familiarizando con el término y a muchos, hoy en día, esa palabra les despierta curiosidad y hasta incredulidad.
Entender que el concepto de coworking no es contradictorio o lo que respecta al modelo ecoworking en cuanto a la proximidad, es algo que hoy va muy de la mano con el nuevo comportamiento que debemos adoptar durante y la post pandemia no sólo en Colombia sino en el mundo.
Los coworking en nuestra ciudad han sido construcciones tradicionales muy similares a las oficinas corporativas o cajas grises selladas como se les dice, con la diferencia de que allí los gastos son compartidos con otros individuos o empresas. Esto ha llevado a muchos a pensar que este tipo de espacios no marcan la diferencia respecto a las oficinas corporativas y que lo mejor será continuar trabajando desde casa.
Sin embargo, en octubre de 2019 nació en Medellín una propuesta que revolucionó los espacios de trabajo compartidos y que entendió que el trabajo del futuro estaba lejos de edificios y construcciones bonitas pero sin alma. Con Bloom nació lo aquí mismo hemos denominado "ecoworking", una nueva categoría de oficinas de trabajo compartido pero en medio de la ciudad y rodeadas de naturaleza, labor social, aporte ambiental, comunidades volcadas al bienestar en el trabajo, con un estilo de vida realmente “futurista”, que piensa de manera responsable cuando decide trabajar de manera sostenible sin comprometer a las futuras generaciones con sus actuaciones.
Un espacio que le ha apostado a una idea de trabajo diferente, soñada y con un diseño sostenible estético pero sobre todo funcional que invita a vivir la vida de una manera más profunda mientras se trabaja. Bloom Ecoworking se está convirtiendo en un referente de espacio de trabajo que combina un estilo de vida funcional de cómo diseñar un espacio “anti pandemia” en tiempos inesperados.
Claramente, cuando se diseñó este proyecto “no teníamos idea que se avecinaba el tan temido COVID 19”. Sin embargo, siempre se buscó crear un entorno saludable y cargado de bienestar físico, mental y espiritual para los Bloomers o usuarios. Aspectos que hoy en día son más valorados y demandados tanto por profesionales independientes, nómadas digitales como organizaciones de todas las magnitudes.
Esta idea nació justo antes de la pandemia pero desafortunadamente no tuvo mucha oportunidad de difusión gracias a esta situación. Hoy en día es un modelo de coworking que goza de mucha aceptación y demanda gracias a que ya hemos entendido que la forma de trabajar ha cambiado. Situación que motiva el mejoramiento y crecimiento en el mediano plazo. Hoy es un espacio de 3.000 metros cuadrados de zonas verdes, un riachuelo melodioso, variedad de árboles frutales y especies animales para tan solo 400 metros cuadrados de construcción que lo convierten realmente en un oasis “anti pandemia”.
En los últimos meses profesionales independientes como reconocidas organizaciones de la ciudad que a pesar de contar con sedes propias han adquirido membresías para permitirle a sus colaboradores un entorno de trabajo inspirador y realmente productivo.
En Bloom, además de disponer de espacios de trabajo al aire libre, los espacios arquitectónicos han sido concebidos como lugares confortables, frescos y que permiten hoy en día aplicar fácilmente el distanciamiento social que se exige, en lugar de espacios cerrados herméticamente y llenos de personas potencialmente infectadas o transmisoras del virus.
Bloom está diseñado en un solo nivel por lo cual no hay necesidad de usar ascensores con alto tráfico que generan grandes riesgos para la salud de toda la comunidad. Al ser un espacio rodeado y en contacto con la naturaleza se evita la re-circulación de aire. Aquí prevalece el aire puro y fresco que nos regala la naturaleza.
Escrito por Adriana Gutiérrez
Cortesía Oil Red, empresa usuaria de nuestros espacios.