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  • Foto del escritorBloom Eco-working

2021 ¿De vuelta al taparrabos?

No se trata de volver al origen en el sentido estricto de la palabra. Hemos evolucionado como sociedad y querer volver atrás es una utopía propia de “eco frikis”, personas que se han obsesionado de manera desmedida con un estilo de vida, el cual si no lo trabajamos de otra manera difícilmente podremos conseguir.


Hace poco escribí sobre el consumo en la época de los abuelos. Un artículo que nos llevó a recordar cómo vivíamos antes del boom del plástico y que nos mostró que podemos volver a ciertas prácticas de aquel entonces que sin duda impactarían de manera positiva en el medio ambiente incorporándose sin mucho esfuerzo a nuestro estilo de vida actual.


Es sano cuestionar la forma en que consumimos en la actualidad para poder actuar en concordancia con un futuro mejor. Sin embargo, hoy en día escuchamos por todos lados una insistente invitación para volver al origen pero muchos se lo han tomado de manera literal, queriendo incluso regresar a un estilo de vida primario. En el afán de querer habitar un mundo mejor, se observa posiciones extremas de personas que parece que olvidan que ya hemos evolucionado como sociedad y que el daño al planeta está hecho. Estamos ante una problemática a la que se ha sumado otra, que en vez de aportar empeora las cosas. La crítica permanente de parte de algunos que quieren ver un cambio social en el corto plazo respecto a quienes viven el proceso de otra manera y viceversa. Este fenómeno ha provocado que muchas personas no quieran saber de temas socio ambientales porque simplemente se han cansado de escuchar mensajes amenazantes cargados de odio y de dolor, fenómeno conocido como negacionismo.


Superar el “negacionismo” en estos temas como sociedad nos va a costar bastante, si para lograrlos resolver los volvemos más grandes y complejos que solo hace que nos sigamos negando a la existencia del mismo. Es normal que estemos saturados de campañas apocalípticas llenas mensajes negativos por parte del gobierno y algunas entidades por un lado y la crítica permanente por todos los medios de amigos o personas que se han obsesionado con el cambio pero que no lo abordan desde la óptica educativa sino destructiva. Así, nos sentimos más atacados por los mismos seres humanos y las campañas que buscan superar la problemática que por el mismo cambio climático.


Por tanto, el “negacionismo” ha dado pie a otro fenómeno, el “tecno optimismo” y es por eso que gran parte de la sociedad no sueña con volver al origen en su concepción más literal como se pretende sino que esperamos confiados en que la solución vendrá en el futuro gracias a la tecnología y que esos “amigos vigilantes” que lanzan fuertes críticas en todo tipo de entornos, en especial, en las redes sociales hoy son ignorados.

Ver los problemas que atraviesa el planeta y la sociedad se ha vuelto una batalla campal de lado y lado. Nos chutarnos el problema unos a otros, criticamos sin medida a quienes usan o no su tapabocas en una publicación, si tienen o no tienen mascota, señalamos porque alguien come carne o si no también, nos vamos con toda contra quien usa una bolsa o toma agua en botella plástica, nos asombramos ya porque alguien consume leche de vaca y usa una prenda importada y así sucede hasta con quien consume o no productos orgánicos.... nos pasamos la vida con el ojo puesto en la vida de los demás, criticando sin medida sus actuaciones, sus prácticas y su forma de pensar en vez de concertar y respetar.


Este tipo de acciones obstaculizan nuestro paso a la acción. Como gobierno u organización debemos cambiar el discurso, la forma de hablar de sostenibilidad. Como consumidores cambiemos la forma de llevar nuestro estilo de vida sin querer modificar la de los demás y entendamos que hemos evolucionado como seres humanos, que nuestros sistemas de vida no están diseñados para volver al “taparrabos”, que queramos o no debemos consumir agua tratada y envasada, energía proveniente de muchas fuentes y que algunas de nuestras actuaciones emiten de alguna manera carbono. Es momento de entender que no podemos ser sostenibles al 100% pero que si cada uno desde su firme convicción logra modificar sus hábitos poco a poco estaremos sumando.


Como todo en la vida, se trata de respetar los procesos y cultura de los demás, de asumir una posición educativa, coherente y hasta utópica para ser coherentes con el cambio que estamos pidiendo a los demás. Rechacemos ese tipo de batallas campales que se tejen alrededor de estos temas y comencemos a sembrar desde donde estemos.

Nuestro estilo de vida puede incorporar acciones del pasado con soluciones tecnológicas del futuro pero mientras tanto en el presente ocupemos el sitio que nos corresponde en la sociedad y asumamos con madurez lo que debemos hacer como individuo, como empresa y como gobierno.


Adriana Gutiérrez R.




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